PAN DURO - Prólogo

Historia inspirada en hechos reales.

 

 “Las flores más hermosas nacen en las desembocaduras de las más sucias cloacas”


Nada existe que logre dejar mayor huella en la conciencia humana que las consecuencias de sus propios actos; es así de simple. Todo cuanto acontece en la bóveda de la existencia, por muy insignificante que pueda parecer, tiene un valor incalculable para cualquier proceso evolutivo; tal sea el impacto de dos cuerpos celestes; la inminente llegada de un huracán; una simple lágrima de la estalactita tras formar finalmente una estalagmita; incluso, aquellas cómplices pero inocentes sonrisas infantiles tras el intercambio de los bocadillos en el patio del colegio. Efectivamente, todo deja un rastro, una consecuencia, tal vez un fruto que deriva por diversos caminos temporales. Sí, nada falta y nada sobra en la marmita de la creación.

El observador es imprescindible en el proceso —si a esto se le puede llamar proceso—, indirectamente también tiene mucho que ver en todo este asunto, tal vez mucho más de lo que éste pueda imaginar. Tarde o temprano termina realizando su trabajo, cuya acción también es reflejada en él; un vestigio que probablemente jamás descubra, aunque experimente mil vidas.

Sin embargo, existen ciertos movimientos que se producen en las líneas de tiempo que pudieran estar manipulados, adulterados e incluso rehechos. Se trata del juego entre las dos polaridades, la eterna lucha entre la luz y la oscuridad. Cada bando provee según sus intereses. 

Es probable que sea algo tarde cuando llegues a darte cuenta, pero finalmente comprenderás de qué se trata todo esto que llamas vida.

Aunque me emociona contemplar cómo evoluciona vuestra conciencia, porque cada cambio a vuestro favor es una pequeña batalla vencida para nosotros.

No siempre el camino más confortable es la mejor opción. A veces algunos recorridos pueden ser largos y tediosos; tal vez los más convenientes para tu alma.

El Ser tiene el propósito de ser, y no tiene otra cosa en qué pensar, porque ni tan siquiera piensa que Es.

Pero existen almas que pueden cambiarlo todo.

Que te desconcierten estas palabras es lo normal.

Lo más probable es que sigas sin comprender nada, pero... 

…no te apresures…

…relájate…

…y déjate llevar.


Esta historia ocurrió hace algún tiempo en el sur de Europa, más concretamente en la península ibérica. En un punto al sur de la misma, cuya región a lo largo de su diversa y variopinta historia sacó fruto a sus miserias y padecimientos.

Sigamos pues.

La situación me obligaba a detenerme en un punto temporal de esta historia, cuya confrontación de un mismo pueblo y posterior consecuencia no solo llegó a ser irreparable físicamente, sino que las almas llegaron a resentirse; a olvidar su naturaleza, a desorientarse como las crías de tortugas que no logran llegar al mar para servir de alimento a las gaviotas; tal fue la Guerra Civil Española.

Sin embargo, a los más viejos del lugar oí decir que «si mala fue la guerra, peor fue la posguerra». Y razón no les faltaba. Tras la victoria del bando sublevado —o también llamado Bando Nacional—, lamentablemente comenzaría un duro bloqueo comercial internacional en las fronteras españolas. El hambre se presentó al pueblo sencillo como una figura maligna y cruel. Por si esto fuera poco, prosiguieron los hostigamientos y la violencia; actos de venganza entre ambos bandos. No entraremos en tan terribles detalles, sin embargo, el horror y la barbarie se respiraba en el ambiente. No había semana en que una iglesia la cubriera las llamas o camposanto sirviera de algún fusilamiento. Como digo, actos entre vencidos y vencedores de una guerra que no hacían más que potenciar el odio y el rencor. La sed de revancha entre las dos partes creó un monstruo que se removía en el barro del fanatismo y la intolerancia, cuyo dividido pueblo alimentaba sin cesar.

Ahora mi estimado lector debo hacerte una pregunta: ¿quién manipuló aquella torcida y negra línea de tiempo?

No es mi propósito remover los resentimientos de un tiempo pasado. La finalidad de estas palabras es para que una experiencia de tal magnitud e importancia no quede en la más absoluta indiferencia, abandonada como si de un terreno en eterno barbecho se tratase. Créeme, tienes el potencial de transmutar la oscuridad en luz. Sí, ya sé que las heridas aún están lejos de cicatrizar. Y aún no lo harán si dejáis que esa tierra donde tanto sudor y sangre derramasteis sea improductiva. Comenzad a cultivarla para que sea provechosa para todos, de modo que las fracturas de vuestras almas al fin puedan unirse nuevamente. No se trata de vencedores ni vencidos, de malos o buenos, de culpables o inocentes. Las etiquetas son dañinas y están creadas para haceros precipitar por el oscuro abismo. Todo depende de la percepción de la realidad en que vive cada uno de vosotros. La cosa tampoco pasa por olvidar, no es esta una solución inteligente, sino de beber el jugo de las frutas exprimidas, ya sean dulces o saladas, agrias o amargas, sabiendo que, gracias a la fricción de ambos movimientos opuestos entre sí, podéis ser capaces de nutrir vuestras conciencias. Sin embargo, la terquedad humana no entiende de límites. Es así, aunque en ocasiones me olvido de ello. Y es que la mayoría de las veces es vuestro inflado ego quien se pronuncia, cuya magnitud puede llegar a ser insospechado. No es esto ninguna barbaridad, pues así lo demuestran muchos de vuestros lamentables y desafortunados acontecimientos históricos.

Desgraciadamente sucedió igual por aquel entonces. Solo la vibración más negativa de las emociones humanas se vio cada vez más potenciada, desequilibrando peligrosamente la balanza hacia un lado. Una perturbación que comenzaba a ser dañina en vuestro mundo, cuyo alimento se hacía cada vez más abundante para aquellas siniestras gaviotas. Y aunque si bien los siguientes hechos que voy a narrar están recogidos en la línea temporal de la guerra y posguerra española, perfectamente pueden extrapolarse a todo conflicto acaecido en cualquier parte del planeta; porque los aspectos míseros y venturosos de la desmemoriada y joven raza humana son idénticos en todos los rincones del mismo. Pese a ello, me consta que de igual modo presentáis un segundo rostro bien dispar. Muchas de las almas que conviven en vuestro mundo se afanan, a veces sin saberlo, por alcanzar un equilibrio, cosa que admiro, pues facilita enormemente mi labor; tales sincronicidades van dirigidas a ellas. Sí, ostentáis una curiosa virtud, podéis mostrar lo peor de vosotros mismos, así como la mejor de vuestras versiones. Y es por esto que no existe verdad más irrefutable que la de que ambos extremos de una recta forman parte de una misma geometría, y, que éstos, en direcciones opuestas, siempre llegan a un único punto común para ambas: el infinito.

Ahora si el lector lo desea puede acompañarme en mi recorrido por las diferentes líneas de tiempo y así comprender “ciertas anomalías” a las que singularmente el humano llama casualidad, y que yo me tomaré la libertad de nombrar como sincronicidad. ¿Estás preparado?

Comentarios

  1. Solo para mentes despiertas.

    La película de la vida está hecha, solo falta la cara de los actores.

    Las circunstancias de una guerra o de una confrontación, son necesarias para una sociedad necesitada de evolución.

    En otros casos son preludio y ensayo de nuevas armas.

    Un abrazo de Ramón Bello Cuadros

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Ra. Siempre es un placer leer tus comentarios. Otro abrazo para ti

      Eliminar

Publicar un comentario